¡Y con esta entrega termina el artículo sobre cómo hablar en público! Hemos estado viendo juntas qué hacer desde el minuto 0 y ya sólo queda descubrir cómo hacer frente a la fase que más miedo da: ejecutar la presentación.
1- preparar el tema
2- escoger el tono del mensaje
3- elaborar un discurso continuado
4- elementos audiovisuales
5- aprender bien la presentación
6- revisión
7- sobre el escenario
Imprescindible detenernos un momento en el paso 6: la revisión.
La noche anterior (o cuando sea posible) revisa que todo funcione a nivel técnico y que cada elemento esté donde tenga que estar. Si puedes, prepara un portátil de apoyo y los archivos digitales en varios formatos y soportes, ¡no permitamos a Murphy trabajar ese día! En cuanto a tu aspecto más te vale ir lo más cómoda posible; agradecerás poder moverte con libertad sin complejos de rodales sobaquiles (en las axilas, para la gente fina) y sin ruido de tacones mientras te menees por el escenario. Es el peor momento para innovar y probar una nueva fragancia o estrenar peinado.
Y el colofón, el plato fuerte: paso 7, sobre el escenario.
El día D ha llegado: en unos minutos habrá que subir los peldaños que nos alejarán del mundo de las personas corrientes de las que atraen las miradas y son juzgadas. ¡Horror! Sudoración, taquicardia, sequedad en la boca… La ansiedad se alimenta de nuestros miedos, y es la ansiedad la culpable de nuestros fallos: lapsus de memoria, tartamudeo, no centrarnos en las ideas, no saber responder ante un imprevisto… Si no permitimos a la ansiedad alojarse en nuestra mente habremos ganado mucho tiempo. Pero si ya está instalada lo mejor que podemos hacer es respirar profundamente y pensar que SABEMOS DE LO QUE VAMOS A HABLAR. La gente que ha venido a escucharnos quiere saber qué les podemos aportar; de todo el auditorio, somos la persona más conocedora del tema en cuestión y por muy mal que lo hagamos, quedará patente que lo dominamos. Mis conocimientos de psicología se limitan a lo que he aprendido para mi propio autocontrol así que las recomendaciones al respecto son muy escasas y siempre basándome en mi experiencia personal -desde el máximo respeto a las psicólogas y psicólogos que conocen mucho mejor que yo este tema 🙂 -. El mayor miedo que se nos presenta en tales situaciones es «¿lo haré bien?»; permíteme que te responda que puede ser que sí y puede ser que no, pero por muy terrible que lo hagas habrás aportado información a tu público, así que ya no será tan terrible.
tic nervioso
Una vez frente al respetable conviene que controles tu lenguaje no verbal, solemos olvidarlo. Para tener una guía de cómo hacerlo simplemente observa las conversaciones que ves por la calle: la gente está relajada, cómoda. Mueven los brazos en sincronía con sus palabras; asienten cuando otra persona les explica algo; si estornudan o carraspean (por ejemplo) piden disculpas sutilmente y continúan a los que estaban, no montan un numerito por ello; etc. Sé que es muy difícil lo que te voy a pedir a continuación pero cualquiera es capaz si practica lo suficiente: finge naturalidad. Parece una contradicción, pero se puede hacer:
– pasea la mirada entre varias personas del público y mira a los ojos, como si les explicaras una por una tu exposición.
– corta ese tic nervioso que ha aparecido: una muletilla (son odiosas y distraen la atención. La gente acaba contabilizando las veces que dices «lo que iba diciendo»), rascarte la nariz, retirarte el pelo de la cara…
– esconde los nervios lo mejor que seas capaz. Si estás nerviosa y encima piensas que la gente lo nota ¡te pondrás más nerviosa todavía!.
Por último y dentro de tus límites sé más llamativa que sosa. Formas parte de un discurso así que una vez que domines tu lenguaje no verbal (y sólo una vez dominado) te aconsejo variar el volumen y tono de la voz; mover tu cuerpo y gesticular tanto como quieras y en definitiva, integrarte en el espectáculo porque tú eres la protagonista.
Con este pequeño manual ya puedes convertirte en la estrella de los escenarios, a cambio de haberte ayudado sólo pido un 10% de lo que ingreses como conferenciante. Ejem.
Ya nunca cometerás graves errores, así que empieza a recordar para que no caigan en el olvido y cuéntame pifias que has tenido sobre la tarima; me encantará echarme unas risas a tu costa 🙂